El 5 de mayo se conmemora el Día Internacional de la Enfermedad Celíaca, instituido con el fin de concientizar a la comunidad sobre esta patología y promover la búsqueda de soluciones para las personas afectadas.
La celiaquía tiene un alto grado de prevalencia en la población de nuestro país pues, de acuerdo con estimaciones del Ministerio de Salud de la Nación, se calcula que una de cada cien personas la padecen. Las características propias de la enfermedad condicionan la calidad de vida de las personas afectadas y de sus familias. Una vez diagnosticada, su tratamiento consiste únicamente en una dieta estricta de Alimentos Libres de Gluten (ALG), que deberá mantenerse de por vida. La seguridad de los ALG es prioritaria en el esquema de construcción de salud. Por ese motivo, diversas instituciones, entre ellas la ANMAT, vienen desarrollando desde hace varios años una serie de estrategias, acciones y actividades para satisfacer las necesidades de la comunidad celíaca.
Este logo asegura que el alimento que lo tiene en su envoltorio es realmente libre de gluten.
La celiaquía se presenta en personas que tienen predisposición genética a padecerla, se sabe que aparece con más frecuencia entre miembros de la misma familia. Además, puede presentarse en cualquier momento de la vida desde la lactancia hasta la adultez avanzada.
Se manifiesta a través de diferentes síntomas y signos, según la edad:
En niños: suele presentarse “diarrea crónica” (síndrome de mala absorción), vómitos reiterados, marcada distensión abdominal, falta de masa muscular, pérdida de peso, retraso del crecimiento, escasa estatura, cabello y piel secos, descalcificación, inapetencia, mal carácter o irritabilidad, alteraciones en el esmalte dental, dislexia, autismo, hiperactividad etc.
En adolescentes: dolor abdominal, falta de ánimo, rechazo a la actividad deportiva, retraso en el ciclo menstrual y frecuentemente baja talla comparativa con los hermanos o llamativamente menor en función de lo esperado por la altura de sus padres, retraso puberal, estreñimiento, queilitis angular, aftas recurrentes, anemia ferropénica, cefaleas, etc.
En adultos: osteoporosis, fracturas, artritis, diarreas, estreñimiento, desnutrición, abortos espontáneos, hijos recién nacidos con bajo peso, impotencia, infertilidad, pérdida de peso, anemia ferropénica, caída del cabello, colon irritable, menopausia precoz, astenia, depresión.