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Día del Médico Rural

“Parecía una parada más. (…) El tren que me llevaba a Tucumán, donde vivía mi hermano, estaba a punto de arrancar Yo estaba en el andén del Paraje Guaycurri (que con los años sería Estanislao del Campo) cuando vi muchas manos que se alzaban suplicantes y voces ininteligibles que me llamaban en idiomas diferentes. Entonces me subí a un sulky tirado por una mujer cincuentona muy preocupada y me dejé internar en la maleza. Poco después, como dijeron por allá, le había “salvado” la vida a una indiecita que después se me presentó como Mercedes Almirón y que hoy vive en Tucumán rodeada de sus nietos y sus bisnietos. Un parto distócico había estado a punto de terminar con ella y con el bebé. Fue entonces cuando decidí perder mi pasaje en el tren, que aún me aguardaba, y no volver nunca a las comodidades de mi consultorio en Buenos Aires. La bienvenida me la dieron indios, criollos y algún que otro inmigrante, todos enfermos, barbudos, harapientos. Yo mismo me di la bienvenida a ese mundo nuevo, aún a riesgo de mi salud y mi vida.”

 

Así comenzó una nueva etapa para el médico Esteban Laureano Maradona, en un paraje que tiempo después se conocería como Estanislao del Campo. Un villorrio formoseño sin agua corriente, gas, luz y teléfono.

El corazón de Maradona se conmovió y latió con el de los aborígenes de la zona, con su dolor y su desamparo, y se transformó en un compromiso que trascendió su labor meramente sanitaria. Esteban convivió con ellos, se interiorizó de sus múltiples necesidades que padecían y trató de ayudarlos también en todos los aspectos que pudo: económicos, culturales, humanos y sociales.

No fue poco: logró erradicar de ese olvidado rincón del país los flagelos de la lepra, el mal de Chagas, la tuberculosis, el cólera, el paludismo y hasta la sífilis.

Por su labor, fue postulado tres veces para el Premio Nobel y recibió decenas de premios nacionales e internacionales, entre los que se cuenta el Premio Estrella de la Medicina para la Paz, que le entregó la ONU en 1987. Sin embargo, no le importaban los honores. Había escrito su historia en el silencio.

Por este ejemplo de lucha y altruismo se instituyo por Norma de Ley N 25448 el Día del Médico Rural en honor a su testimonio de vida.

¨Si algún asomo de mérito me asiste en el desempeño de mi profesión, este es bien limitado, yo no he hecho más que cumplir con el clásico juramento hipocrático de hacer el bien a mis semejantes¨